viernes, 23 de marzo de 2012

¿Dónde está la diferencia?




Acabo de leer una noticia que me deja atónita una vez más. Y no sé de que me sorprendo, la verdad.

No suelo tener mucho tiempo que dedicar a leer la prensa y, cuando gozo de algún momento libre en el trabajo, suelo recurrir a cualquier periódico digital en el que, en cosa de cinco minutos, te puedes hacer una idea de que el mundo sigue igual de loco que cuando lo dejaste.

El caso es que, echando un vistazo rápido a la portada de hoy, después de política, fútbol, gran hermano y más política, me llama la atención un pequeño titular:
"Una mujer de 342 kilos quiere alcanzar los 730"
Sí. Definitivamente el mundo está igual de loco que la última vez que le pregunté. 

Resulta que a esta americana de treinta y pocos, madre de dos niños -y pirada total-, se le ha ocurrido la feliz idea de convertirse en la gorda más gorda sobre la faz de la tierra, batir todos los récords habidos y por haber y... ¿pasar a formar parte de la historia reciente, convirtiéndose en la Reina de Gordilandia

Supongo yo que esta mujer, que seguramente sería gorda de nacimiento -y que ahora es gorda por deporte-, habrá pensado "si no puedes vencer al enemigo, únete a él". 

Pero, alma de cántaro, una cosa es que que te reveles contra los actuales cánones de belleza, que le saques el dedo a todo aquel que te rechace a causa de tus kilos y que decidas que te gusta comer más que a un tonto una tiza y que te niegas a encadenarte a la lechuga y el brócoli por los siglos de los siglos, y otra cosa muy diferente, es que decidas hacer de tu capa un sayo y ponerte metas de los kilos que debes coger antes de que finalice el año para poder aparecer en el Libro Freak-ness de los Récords y tener tus siete segundos de fama porque a una despistada como yo le dé por leer la chorranoticia de tu enfermizo propósito, que aparece -insisto- después de la noticia de la última gala de gran hermano. 

Y digo bien, propósito enfermizo. Porque ¿acaso esto no es propio de una mente desequilibrada? Me explico: no hay duda de que las enfermedades de la mente son realmente peligrosas y no hay peor enfermedad que maltratarse a uno mismo hasta límites insospechados. Los hospitales, sanatorios y clínicas de todo el mundo están llenos de personas que, por una desgraciada razón, quieren lastimarse de un modo u otro, no sienten el más mínimo apego a la vida o, si lo hacen, no son conscientes de que su conducta, antes o después, acabará en tragedia. Y más concretamente, estamos hartos de escuchar que algún conocido o conocida -más generalmente esto segundo-, padece desórdenes alimenticios y está recibiendo tratamiento para intentar curar esta terrible ENFERMEDAD. Hartos de saber que familias enteras sufren porque alguno de sus miembros ha caído en la desdicha de que algo no esté del todo bien en su cabeza y se esté maltratando ante la impotencia de sus seres queridos. 

¿Acaso esto no es lo mismo? 

Y sin embargo, lo sacan en las noticias como si de un atleta que se está preparando para batir el actual récord de salto de longitud se tratase. No señor. Esto es cosa seria. 

¿Por qué no nos sacan en prensa la última chica que ha sido ingresada por padecer anorexia? ¿o el último señor que, presa de una enfermedad mental, ha intentado quitarse la vida?

¿Dónde está la diferencia? 

Esta mujer está enferma y hay que actuar en consecuencia. No es friki. No es gracioso, ni curioso. Es una maldita enfermedad. Y sólo de ver al maridito de turno colaborando en esta hazaña de sobre-alimentación, cooperando en acortar su vida cada día un poco más, se me ponen los pelos de punta. 

Para más inri, se supone que el objetivo es batir el actual récord de peso de 635 kilos, cuyo poseedor falleció a los 41 años de edad. O lo que es lo mismo, se quitó la vida siendo jovencísimo. 

Esta mujer tiene 33 años. Y dos hijos.

Y necesita ayuda.   

2 comentarios:

  1. Madre mía, qué espanto!! no había oído la noticia, pero me parece la decadencia más absoluta del ser humano!

    Aunque partamos de la base de que el Libro Guiness de los Records está repletito de gente haciendo estupideces inconexas como ponerse doscientas mil pinzas en la cara o arrastrar un camión con las orejas y cosas así.

    Qué bonito propósito querer aparecer en él por causas tan nobles....

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  2. Ufff... cómo están las cabeza...
    Y nadie hace nada...
    Su

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