viernes, 29 de junio de 2012

Suicidas reivindicativos


No puedo con los kamikaze. Soy consciente de que esta entrada puede generar polémica y que el debate sería eterno. Pero siento ser yo quien os lo diga, mis queridos ciclistas suicidas: NO tenéis razón. 

Y siento ser yo quien os lo diga, porque aunque hoy en día no lo parezca con mi vidasedentariaobligatoriadesdehaceunpardeaños, resulta que una servidora, desde muy pequeñita, monta en bici por la calle, bueno, más concretamente, por la calzada!!! ...Intrépida que es una, ya veis.

Pues sí, acostumbraba a salir a montar en bici cada sábado por la mañanita con mi padre y con mi hermano, y a veces con más chavales de la urbanización que se apuntaban a nuestra excursión, y nos íbamos callejeando y pedaleando desde la puerta de casa hasta el Campo de las Naciones (que por mucho que se empeñen en llamarlo "Parque Juan Carlos I" para mí siempre será el Campo de las Naciones). Pedaleábamos por la calle, todos en fila de uno, bien pegaditos a la derecha, indicando con la mano cada maniobra, respetando los ceda el paso, pasos de cebra, semáforos, prioridades en los cruces, y todas y cada una de las normas de circulación que, al hacer uso de la misma vía que los coches, nos aplicaban también. Y llegábamos, sanos y salvos. Nos pasábamos toda la mañana circulando por el Campo de las Naciones, haciendo circuitos, carreras, caballitos... Y a eso de las 14h nos volvíamos por donde habíamos venido, llegábamos exhaustos a casa y según entrábamos por la puerta, nuestra santa madre nos estaba esperando con una jarra helada de zumo de limón bien cargado de azúcar y con una pizca de bicarbonato para las agujetas (sí, lo habéis adivinado, entonces la era Aquarius era sólo una canción del grupo Hair versionada por Raphael).

Por eso hablo con conocimiento de causa cuando os digo que no tenéis razón:

No es razonable que un ciclista vaya por todo el medio del Paseo de la Castellana de Madrid, -que no va por su derechita, no-, cuando tiene un bulevar por el que puede recorrerse la Castellana de punta a punta si quiere, y que, para colmo de males, va totalmente vestido de negro. 

No es razonable que una ciclista se incorpore en un cruce por la  izquierda, sin ceder el paso y sin ni siquiera mirar si viene algún coche. Para los que no lo sepáis, -que claro, no tenéis por qué saberlo, por que para montar en bicicleta por la calzada no hace falta examinarse y aprenderse las señales ni normas básicas de circulación, ¿verdad?- en un cruce, si no hay señal alguna que otorgue prioridad, tiene preferencia el que va por la DE - RE - CHA.  

Y no es razonable que, como si de un acto de chulería contra el conductor motorizado se tratase, vayáis por la vida como si fueseis los dueños de la calle, como si estuvierais pensando, llenos de soberbia, "si, si, mosquéate lo que te dé la gana, guapita, que yo no pienso apartarme hasta que no me salga de los...".

Por que claro, ¿qué voy a hacer si quiero adelantarte y no te da la gana de echarte a la derecha? ¿atropellarte? ¿recorrerme toda la Castellana de Cibeles a Cuzco a 10 km/h? ¿Parar Madrid para que tú puedas pasear tranquilo, a tu ritmo, disfrutando de las vistas de la Plaza de Colón?

Desde luego, mira que hay ciclistas respetuosos -y conductores gañanes, que también-, pero cuando me topo con alguno de estos kamikaze que se te ponen chulos porque saben que no te quedan más narices que aguantarte, me dan ganas de... de... de bajar la ventanilla y gritarle:

¡¡¡Vete al Campo de las Naciones, leñe!!!

lunes, 11 de junio de 2012

Ojalá pudiera...


Es increíble como hay veces que parece que no terminas de salir de una y te metes en otra, como, casi sin darte cuenta, se te suceden los problemas y las desgracias y parece que te ha mirado un tuerto y piensas ¿qué está pasando? ¿qué mierda de racha es esta? 

Pero qué impotencia más grande cuando esto mismo les pasa a las personas que quieres. Cuando ese alguien especial pasa por un bache, hay que ver lo que te gustaría poder hacer algo y simplemente te sientes estúpida, inútil y aunque sabes que no está en tu mano, que a veces la vida es así de dura, no puedes evitar sentir que tienes que hacer algo, que quieres hacer algo, pero que no puedes hacer NADA.

Me encantaría poder ayudarte, mi alguien especial, me encantaría poder compartir tus penas para que así tuvieras que soportarlas sólo por mitades, desearía que existiera un remedio para el pesar y una cura para las preocupaciones y los lamentos. Pero no los hay, o ni tú ni yo los conocemos. Vendrán tiempos mejores, por supuesto, y yo trataré de que éstos que ahora nos ha tocado vivir sean menos penosos en tanto que quieras pasarlos conmigo. Yo estaré aquí para escucharte, o sólo para acompañarte. Simplemente estaré aquí, esperándote. 

Esperándote con mis mejores abrazos, tendré los oídos bien atentos para aquello que me quieras contar y los ojos bien abiertos para aquello que me quieras mostrar. Estaré aquí para darte lo que necesites, aunque sé que lo que realmente quisieras no te lo puedo dar. 

Estaré aquí, sintiéndome impotente hasta la médula. Ojalá pudiera ayudarte.

Ojalá pudiera hacer más.

Ojalá pudiera...